lunes, 19 de mayo de 2008

POSEÍDO


El mal se ha apoderado de mis pensamientos como un un río de putrefactas aguas
y la noche cubre mi corazón solitario como un telón de un teatro viejo.
Mientras la sangre cuagulada pasa lentamente por las venas inchadas de eterno coraje,
coraje de malditas tempesades.

Y mi cuerpo poseído por infinita calentura de enojo, se retuerce como un legado de finos despojos, torrente de caricias prohibidas, besos corruptos y penetraciones lascivas. Tal como gatos furiosos llenos de vulgares maullidos al aire, se comen vivos y se hieren como enemigos del aire.

Trae para mí un exorsista, un chamán antiguo que saque de mí tu recuerdo, tu imagen. Y extraiga para siempre de mi cuerpo los fluidos orgásmicos de tus placeres secretos. Placeres ajenos a mis tempestades, risas de malditos fantasmas nocturnales, como una parodia del amor que nos tuvimos cuando fuimos inmortales.