sábado, 30 de abril de 2011


MURIÓ ERNESTO (¿AHORA QUÉ NOS QUEDA?)


Dicen que murió Ernesto, que su corazón no soportó más. Que a sus 99 años por fin cruzó por su propio Tunel. Que hoy tomó el camino de los Héroes y ya camina entre las Tumbas. Que se cumplió por fin lo que alguna vez dijo: que no le gustaba el futuro, porque entre otras cosas, existía la muerte. Y tenías razón, ese futuro llegó con su muerte bajo el brazo, incendiándote como se incendió Alejandra aquella tarde olvidada en que mató a su padre de cuatro balazos.

Pero te fuiste Ernesto, como se han ido otros seres que he amado, llevándote un pedazo de mi propia historia escrita en tus libros, porque hoy que te vas, hoy que la vida me invita a despedirme de todo lo que amo, me dejas "como un bote a la deriva en un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes profundas" al igual que Martín, aquella tarde en que se sentó en un banco, cerca de la estatua de Ceres y permaneció sin decir nada, abandonado a sus pensamientos.

Ya solo te tenía a ti Ernesto, y te guardaba como un tesoro, por tu valentía para luchar contra un mundo que nos obliga a rendirnos, como estuvo a punto de hacerte desistir aquella tarde fría de abril, a tu esperanza por la gente, a tu profundo conocimiento de la condición humana y tu figura estoica de quien ha sentido el dolor y aún así permanece de pie.

Pero se quedan tus letras rondando la memoria, tus letras sin tiempo que hablan de mi propia historia. Se quedan los ciegos que recorren la ciudad, vigilándome, leyéndome la mente en estaciones del metro. Se quedan los días de literatura compartida con quien amo, los días que yo mismo escribí sobre uno de tus guiones.

Adiós Ernesto, seguí el camino de Abadón el Exterminador, seguí con tus miedos, tus rencores, tu curiosidad de descubrir la física del universo, seguí con la lucha por la libertad y pinta estrellas en el lienzo eterno de lugares sin tiempo.

Mientras tanto, los que nos quedamos en esta vida, de la cual dijiste que cuando por fin la comenzábamos a comprender se acababa, trataremos de emular la profundidad de tu poesía, mientras caminamos por una tarde nublada en el parque Lezama, intentando recordar que fuiste tú, fuiste tú querido amigo, quien abrió esa puerta al rincón del mundo donde reina el amor profundo y eterno.