jueves, 11 de agosto de 2011

TU MANO

Recuerdo esta misma noche hace un año,
la última noche que pasaste en este mundo,
recuerdo tu mano entrelazada a la mía,
tu mano que me dio de comer, que me acarició,
que me enseñó a escribir.

Recuerdo tu mano, hinchada por días y días de suero,
la recuerdo bien, caliente por la fiebre pero aún apretaba
con cariño como lo hizo tantas veces.

Esa noche me acerqué hasta tu oído, te toqué la frente
y te dije que no te preocuparas más, que estuvieras tranquila,
que nada nos iba a pasar, que ya habías cumplido tu misión.

Te dije que habías formado hombres buenos y valientes,
que nunca te iban a defraudar, que no mancharían tu memoria.

Aquella noche fue la última que pasamos juntos,
y lo que más recuerdo es tu mano con sus uñas largas,
aquellas que me pidieron te cortara y que no hice caso
porque a ti te gustaba tenerlas así, y yo tenía esperanza
de que un día me volvieran a rascar la espalda.

Hoy quisiera sentir tu mano,
que me tocara como cuando estaba enfermo y me curaban,
que tus uñas pasaran por mi cabello,
que me cerraran los ojos en mi última mañana.