Me miras, como quien mira la felicidad del otro lado de la reja,
con tus ojos penetrantes, preguntando ¿quién eres? ¿estarás ahí cuando caiga?
Y yo quisiera abrir la ventana y que salieran tus mañanas y tus noches desoladas,
que huyeran de ti como aves aterradas por la nueva luz que las asfixia.
Que por ese espacio infinito que hay entre tus ojos y tu corazón, entraran flores y estrellas,
mares y lunas que llenen de alegría tus esperanzas.
Entonces me abrazas, con tus miedos ancestrales y tus nuevas ganas,
te pegas a mí como un pibe al costado de su madre amada,
y yo te cubro con mis brazos, con todas las fuerzas que me da sentirte cerca,
no te digo nada, solo pienso: mi niña ya no sufras, ya estamos en casa.
Y yo quisiera abrir la ventana y que salieran tus mañanas y tus noches desoladas,
que huyeran de ti como aves aterradas por la nueva luz que las asfixia.
Que por ese espacio infinito que hay entre tus ojos y tu corazón, entraran flores y estrellas,
mares y lunas que llenen de alegría tus esperanzas.
Entonces me abrazas, con tus miedos ancestrales y tus nuevas ganas,
te pegas a mí como un pibe al costado de su madre amada,
y yo te cubro con mis brazos, con todas las fuerzas que me da sentirte cerca,
no te digo nada, solo pienso: mi niña ya no sufras, ya estamos en casa.