viernes, 26 de diciembre de 2008

PROFESÍA

Si alguien me hubiera dicho hace algunos años en qué nos convertiríamos, no le hubiera creído.
Hubiera pensado que estaría loco o celoso de mi buena suerte.
¿Cómo creer que alquel crisantemo puro y blanco que fue nuestro amor se convertiría en hiedra venenosa que todo lo mata?

Y menos probable aún era pensar que nuestros corazones cambiaran de rumbo como barcos llevados a la deriva por tormentas insondables.
Era como pensar que en plena luz del día el cielo se oscureciera para dar paso a la oscuridad traicionera y atroz.

Pero qué mente enferma podría vaticinar tal profesía,
quizás la mente de un lunático arrastrado por terribles sueños de desesperación y desesperanza.
Alguien capaz de ver más allá de la realidad firme e ilusoria.

Y sin embargo hoy que estamos lejos como estrellas solitarias al final de los tiempos, como hojas sin rumbo marcadas por el signo de la muerte,
he visto la maldad en tus ojos y la voz oscura y profunda de posos sin fondo.

He sentido el frío de los dardos envenenados de tu corazón y he visto las miles de máscaras de tu teatro de locos y muertos.
Como un espectador de historias lejanas de terror sin nombre he tocado la llama ardiente de tus celos y tu frustración.

Y quizás hoy, dos años después de que desapareciste tras la puerta de nuestro rincón de días interminables,
me doy cuenta que las profesías ya las conocía y el final de esta historia es un epitafio de mi propia muerte, pactada siglos antes de que lo supiera.

lunes, 22 de diciembre de 2008

KARMA

Aprender que las cosas son inpermanentes nunca fue más doloroso,
los rastros de aquel tiempo solo son el reflejo de la luna en el agua
y el olor de tu cabello es solo un suspiro que el viento trae en la mañana.

Saber que los días son solo una lágrima en la lluvia me devasta,
tu imagen no es más que un espejismo que engaña a mis sentidos,
halo doloroso de heridas sangrantes y promesas despojadas.

No queda más que comprender que la vida es una farza desalmada
una serie de luchas sin ganancias, una especie de sátira cuadrada
como una injusta condena, con la noche como última morada.

Pero un día renaceré de lo que fueron mis sueños quebrantados
y miraré mis brazos rotos, escombros de caricias oxidadas
y solo serás un karma ya pagado, un montón de recuerdos olvidados.

lunes, 1 de diciembre de 2008

UNA TARDE

He vuelto a escuchar un leve toque en mi puerta,
¿será acaso la trsiteza que no se cansa de buscarme,
o será acaso otro día de esos de terribles tempestades?
No lo sé y no quiero abrir la puerta.

Hoy me he vuelto a encontrar con tu mirada en una esquina,
ojos bellos como niña pero calcinantes como braza ardiente.
Y no la he saludado, quizás porque no me volteó a ver
o tal vez porque ya se me olvidó su nombre.

Está tarde recordé que no me despedí de tu recuerdo
y quise alcanzarlo pero ya se había perdido de mi vista,
aquella que un día te devoraba enardecida,
aquella que se quedó como tortuga herida.

Otra vez escucho un leve toque en mi puerta,
ah, ya sé, es mi corazón que dejé en la basura,
aquella noche en que lo mataste con tu huida,
aquel que se murio en la casa vacía.