miércoles, 27 de octubre de 2010

DIOSA DE MIL TIEMPOS

Fuiste la estrella más brillante,
la diosa que alabaron millares,
el eterno resplandor de todos los mares,
la flor recién cortada de bosque encantados.

Eras el ágora de los antiguos magos,
la piedra filosofal de los iluminados,
el libro sagrado y el papiro
las manos de los chamanes encantados.

Fuiste el lucero de la mañana,
el primer rayo de luz en mi ventana,
la joya resplandeciente del altar altivo,
el augurio interpretado en antiguos ritos.

Eras la que hablaba con las nubes y los árboles,
la que entendía el idioma de flores y animales,
la que leía la suerte en las rocas,
la que conocía los mensajes de las aves.

Hoy tu altar está desierto,
ya no eres digna de ningún credo,
los hombres la fe perdieron,
la noche en que cayeron tus velos.

Y la oscuridad llenó los cielos de este reino,
lágrimas han caído y seguirán cayendo,
como fuente de verdades descarnadas,
como árboles movidos por el miedo.

¡Diosa de mil tiempos!,
cómo encontrar en el abandono el consuelo,
dónde buscar la luz que nos dabas
cuando creíamos que todo era cierto.

¿Acaso una plegaria, acaso el llanto,
podrá regresar a nuestros muertos?
¿Cómo hacer para volver a sentir la electricidad
que irradiaban tus ojos tristes y eternos?

sábado, 23 de octubre de 2010

NO TIENE POR QUÉ SERLO

Cometí un error,
no tenía que estar en ese lugar
y a esa hora.

No tenía que pensar que saldría bien,
que algo bueno saldría de eso,
no tengo derecho a invadirte,
no, no lo tengo.

Cometí un error y el espíritu lo sabe,
no salió nada bueno,
fue como ver fantasmas,
la tristeza regresó.

No tenía que estar a esa hora
y en ese lugar, no, no, no

viernes, 22 de octubre de 2010

SI ALGÚN DÍA PUEDO

Ya no busco la chispa divina,
la luz de los ojos en la noche encendida,
ni la calidez de las manos,
ni la oscuridad de los enamorados.

Ya no busco en la imaginación,
ni en la realidad, ni en el calor,
ni en la lluvia tibia.

Ya no busco la palabra perfecta,
ni el consuelo, ni la alegría.

Ya no busco la mirada de consuelo,
ni la de éxtasis, ni el roce de la piel
al mediodía.

Ya no imagino el mundo perfecto,
ni el momento en que voltees la mirada,
ya no busco la sonrisa, ya no busco nada.

Ya se acabaron los pasos sigilosos,
la búsqueda interminable de 500 días,
el incesante galope del pasado,
las nubes que cubrieron la memoria.

Ya no quiero ni la rosa ni el velero,
ni la prosa que confunda los sentidos,
ni la novia, ni la esposa,
ni el descanso, ni la muerte presurosa.

Solo quiero la paz de las montañas,
la certeza de la mente iluminada,
el dulce sabor de la victoria,
el gozo sutil de la gloria.

jueves, 14 de octubre de 2010

EL CAER DE LAS HOJAS

El aire empuja los árboles ahí afuera,
los dobla ferozmente con la intención de romperlos... pero no caen.
Se mantienen inmutables, estoicos, no ceden, como no cede el guerrero
en la batalla.

Luchan, pelean por la vida aunque sientan que se les escapa,
a pesar de la debilidad de sus troncos, a pesar de perder sus hojas,
a pesar del dolor nunca caerán.

Hoy soy el árbol azotado por el viento, hoy siento caer mis hojas,
he sido lastimado, casi arrancado desde mis raíces, he sentido
el crujir de mi tronco débil, desmembrado por dolores pasados y presentes.

Pero no caeré aunque tenga que luchar contra huracanes,
aunque sienta escapar el último aliento que me queda
entre ráfagas de tormentas, entre tristezas enardecidas,
aunque no quede nada a mi lado para sostenerme,
aunque ya no estés cerca para verme morir de pie.