A veces la monotonía de no tenerte se dispara con los días húmedos de las montañas, y veo que no estás una vez, dos veces, tres veces y siento que el ritual se termina desconsolado por la ira.
No pasa nada en esta tierra y esa es la sensación que me mata, sólo veo tu figura transfigurada del pasado y no logro armarte como no logro pegar las piezas rotas de mi corazón.
Y sin embargo me conformo con rozar de vez en cuando tu cuerpo y oler la calidez de tu piel que ya no es mía. Solo me basta mirarme de lejos en tus ojos y saber que ya no tengo cabida en esta reencarnación.
Pero sigo esperando el milagro de la luz, viento precioso que me lleve a tus rincones secretos una vez más y colme mi espíritu de la gracia de otros días, y otras tardes junto a ti.
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