jueves, 26 de enero de 2012

TERMINÓ OTRO DÍA SIN TI

Me acuesto en la cama y tomo el libro de Cortazar,
lo abro en la página del poema que me recuerda a ti,
lo leo despacio y trato de imaginarte.
Volteo hacia ese lado de la cama donde alguna vez dormiste,
te veo acostada de lado, nostrando tu espalda de ángel,
tu cabello alborotado que ra solo para mí.
Y recuerdo mirarte como quien mira el cielo,
sin poder creer lo afortunado que se es a veces,
cuando un Dios misericordioso nos ve a os ojos.
Cómo olvidar mi mano pasando suavemente por tu cuerpo,
por rincones de gloria destinado a unos cuantos mortales.
Observar tu calma de ave nocturna entre los árboles,
mientras afuera no pasaba nada,
mientras las horas se consumían entre abrazos,
señales de un amor que estaba naciendo.
Y aún veo el momento en que volteabas
y tus labios se mostraban enteros para mí,
entonces los besaba como quien besa la eternidad,
como el último fruto de un hombre condenado a muerte.
Y sin embargo en tus besos ya estaba el signo del adiós,
las cartas ya estaban echadas en este juego,
y como aquel que espera que la noche no termine,
que el silencio nocturnal llene todos los tiempos,
todos los espacio de la habitación que se consume en llamas,
así deseaba que no llegara nuestra mañana,
el momento de decir buenos días, adiós.
Cierro el libro y apago la luz,
aún con la piel estremecida de emoción y tristeza,
me acomodo en la parte de la cama que me dejabas
y miro la luz que entra tenue por la ventana
mientras afuera no pasa nada,
mientras todos duermen, quizás tú también,.
Me tapo con la cobija que nunca calentó tu cuerpo,
y no dejo de pensar dónde estarás,
si en algún momento te acuerdas de mí,
si tal vez en este momento también miras por tu ventana.
Cierro os ojos, terminó otro día sin ti...

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