miércoles, 8 de septiembre de 2010

EL ABISMO

La otra tarde me miré en el abismo negro de tus ojos,
aquellos en los que me reconocí alguna vez,
solo que esta vez llevaban el sello de la soledad.

De días olvidados en pesadillas interminables,
orgías teatrales con sabores agridulces
y pedazos de tristeza pegados a la piel.

Nunca sabré si me amaste o fui para ti
la lámpara de aceite que usaste para cruzar
la cueva vacilante de tus días oscuros.

Nunca sabré si tu alegría llevó mi nombre,
si tus brazos aún llevan el ritmo de mi respiración
o la luna te ha dicho que le hablo de ti.

En esta hora de sombras y silencio ensordecedor
llevo los recuerdos hasta los días mágicos en que
vi el abismo cara a cara y decidí aventarme en él.

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