miércoles, 27 de octubre de 2010

DIOSA DE MIL TIEMPOS

Fuiste la estrella más brillante,
la diosa que alabaron millares,
el eterno resplandor de todos los mares,
la flor recién cortada de bosque encantados.

Eras el ágora de los antiguos magos,
la piedra filosofal de los iluminados,
el libro sagrado y el papiro
las manos de los chamanes encantados.

Fuiste el lucero de la mañana,
el primer rayo de luz en mi ventana,
la joya resplandeciente del altar altivo,
el augurio interpretado en antiguos ritos.

Eras la que hablaba con las nubes y los árboles,
la que entendía el idioma de flores y animales,
la que leía la suerte en las rocas,
la que conocía los mensajes de las aves.

Hoy tu altar está desierto,
ya no eres digna de ningún credo,
los hombres la fe perdieron,
la noche en que cayeron tus velos.

Y la oscuridad llenó los cielos de este reino,
lágrimas han caído y seguirán cayendo,
como fuente de verdades descarnadas,
como árboles movidos por el miedo.

¡Diosa de mil tiempos!,
cómo encontrar en el abandono el consuelo,
dónde buscar la luz que nos dabas
cuando creíamos que todo era cierto.

¿Acaso una plegaria, acaso el llanto,
podrá regresar a nuestros muertos?
¿Cómo hacer para volver a sentir la electricidad
que irradiaban tus ojos tristes y eternos?

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