domingo, 11 de enero de 2009

TAN LEJOS

Hace unos días pasé muy cerca de donde vive. Estacioné el coche enfrente de su ventana, eran las 12:15 de la noche. Solo había una pequeña luz que iluminaba la ventana, y me pregunté qué hacía despierta tan tarde, ¿estarías leyendo? ¿quizás meditaba? o simplemente se dio el margen de desvelarse un poco por ser viernes, o tal vez acababa de llegar de la calle.

Ahí parado en el coche, mirando su ventana, me di cuenta de lo lejos que estoy de ella, de lo cerca y lo lejos que estoy a la vez. Y recordé las veces que me asomé por esa ventana pensando que era el tipo más afortunado, las veces que contemplé el mundo desde ese lugar y cómo el tiempo transcurría más lento.

Mirando fijamente su ventana y la pequeña luz que la iluminaba pensé en la noche que me quedé clandestinamente en ese lugar, recordé el calor de las cobijas, el olor de las sábanas y su respiración tranquila y nerviosa a la vez, enamorada. Pero era otro tiempo y ella era otra y yo era otro y éramos otros.

Y cómo me dieron ganas de trepar la barda, subir hasta la ventana, abrirla de par en par y entrar para robarle una mirada, sin embargo en ese momento me llegó la realidad, me abofeteó y sentí lo fuera de lugar que estaba yo ahí parado en una calle oscura y solitaria, observando su ventana y recordando momentos que se han ido. Y mi mirada se llenó de tristeza pensando que aquel ser que se asomaba por esa ventana se ha transformado y ya no lo reconozco.

Entonces encendí el coche, voltee por última vez a su ventana y pensé que no era justo estar ahí con el alma acabada mientras la persona dentro de la habitación estaba acostada pensando en cómo deshacerse de mí. Y aceleré rápido, con furia, tratando de dejar atrás su ventana y pensé que esa noche detrás de la mía no habría luz, ni mujer, ni nada.

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