De regreso de tomar un café en el centro comencé a observar a las personas que venían a mi alrederor, y me he dado cuenta que en general nos encontramos en un estado de desilusión muy profundo. Los rostros de la mayoría son sombríos y tristes e incluso los que sonríen lo hacen desde una especie de alegría agria que no llega a ser completa. Nos hemos convertido en una especie de entes sin destino definido, autómatas que viven sin saber qué es realmente lo que se buscan en esta vida.
Y es que en realidad todos buscamos algo, la señora que acaba de pegarle a un niño sentado en el asiento, el hombre que va parado cerca de una de las puertas y que manda mensajes por celular, la pareja que se habla pero no se mira, seguron discuten por algo, sus rostros son duros. Todos buscan algo, pero qué.
Me asomo por la ventana del vagón y la calle me parece más sombría que antes, aunque la luz de los autos sean inumerables. Veo los rostros de las personas que van en los autos, me pregunto por qué a todos se nos ve cara de cansados, por qué no sonreímos. Observo a las prostitutas que están sobre la calzada, me parece que han ido en aumento en los últimos meses. Aunque la mayoría son hombres vestidos de mujer, las pocas mujeres me parecen que son improvisadas, algo las ha llamado a venderse, y pienso que pueden ser nuestras madres, nuestras novias o nuestras hermanas. Ellas también buscan algo.
Me quedo pensando en lo qué busco yo, quizás nunca lo sepa, quizás ya lo encontré y no me he dado cuenta y lo he perdido, quizás ni siquiera estoy cerca de encontrarlo, quizás como parte de un plan maestro nunca lo sepamos con certeza, o quizás solo falte un pequeño esfuerzo para quitarnos las ataduras de nuestra propia ignorancia. Espero algún día todos encuentren lo que buscan, quizás ese día no esté lejano.
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