No sé si te has dado cuenta
que la piel se me enchina al verte caminar,
con las pupilas enormes de verte brillar
y que siento que la vida se desborda
por mis centros de amar.
No sé si en esos días en que te rozo
con el tenue filo de mis ansias de amar
has notado que las tardes son más largas,
y que el cielo se conserva para dejarte jugar.
No sé si te has fijado que después de estar contigo
y dejar de verte por un tiempo,
los pies se me hacen tallos gruesos
que no me dejan caminar.
Y que la voz se me envejece como río de antiguas brechas
y la piel que me cubre se convierte en un trapo polvoriento
que me ahoga sin poder descansar.
Entonces dime chiquita, por qué si sabes eso
y conoces los secretos de mi triste suspirar,
me dejas tanto tiempo solo
sin las sabias enseñansas de tus palabras
y con lágrimas que no cesarán hasta verte regresar.
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